miércoles, 16 de julio de 2014

Texto del curador Rodrigo Alonso para mi muestra "Viaje al Centro de mi Mundo"



Mapas orgánicos
Los dibujos de Carlos Ricci transforman sus obsesiones en verdaderos universos. Plagados de animales reales y fantásticos, registrados en situaciones naturales y extravagantes, en escalas incongruentes y territorios ignotos, sus mundos son una suerte de exteriorización de un profundo sentir hacia la flora y la fauna que lo acompañan desde su infancia, más que un intento por trasladar el resultado de una observación mediante el recurso de la línea.
A veces, estos universos adoptan el formato de un catálogo de figuras, evidentemente caprichoso. Un bestiario. Las agrupaciones, distribuciones y sucesiones sugieren una organización basada en afinidades pero el análisis minucioso descubre la arbitrariedad como método casi permanente. No hay en estos inventarios la voluntad de una ciencia, aunque ésta pareciera estar siempre presente como espíritu. Hay, más bien, una amalgama de referencias a los diversos usos de la ilustración, que van del registro del dato natural a la creación de ecosistemas de autonomía plástica.
El artista reconoce como influencias a la ciencia ficción, los dibujos animados de los años 1980s y 1990s, los muñecos multiplicados por el merchandising infantil, la ilustración científica, los videojuegos y el cine de clase B. Influencias que llegan desde la niñez y que cobran fuerza hoy en fábulas de sentido ecológico y cartográfico: una serie lleva por título Mis mapas orgánicos.
En todo caso, es evidente que no hay eje organizativo que no pase por sus vivencias y por la necesidad de transformar al dibujo en un medio de comunicación. Un medio que coloca a la naturaleza en primer plano y que le permite refrendar su compromiso con este mundo plural, inconmensurable y vivo.
Rodrigo Alonso

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